¿Dónde está el límite en la exposición de menores en internet? El llamado SHARENTING
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¿Dónde está el límite en la exposición de menores en internet? El llamado SHARENTING
El niño o la niña no ha nacido todavía, pero su primera imagen ya está en internet. La han subido sus progenitores que, emocionados con el nacimiento inminente, han querido compartir la ecografía con todos sus seguidores de Instagram y contactos de WhatsApp.
También se ha hecho tendencia el último vídeo de una menor bailando con su hermana. Dicho video cosecha cientos de ‘me gusta’ y se suma al resto de escenas cotidianas de niñas y niños que hoy pueblan las redes sociales.
Las familias quieren mostrar una parte de sus vidas, pero, es importante hacerlo siendo conscientes de las implicaciones de cada decisión. La exposición de datos personales, el daño a la intimidad del menor o la mercantilización de su imagen son algunos de los riesgos del llamado sharenting (palabra que se origina de la suma de las palabras en inglés para ‘compartir’ y ‘paternidad’).
Opinaré acerca del sharenting desde un punto de vista objetivo
En mi opinión, ”Falta criterio y un poco de sosiego», En una encuesta realizada recientemente en nuestro país, el 89% de los padres y madres afirman haber compartido fotos o vídeos de sus hijos e hijas en el último mes.
El uso de las redes sociales se ha disparado luego de la pandemia y el confinamiento. El fenómeno incluye también a algunas de las influencers más relevantes del país, quienes por su edad han empezado en los últimos años a formar familias. Y quienes manifiestan que:
«Nuestros hijos han nacido en la generación T (a partir de 2010). Nos guste o no, esto nos asusta mucho más a nosotros que a ellos», afirmó Olga García Ojeda, detrás de la cuenta de estilo de vida Vivir Con Gusto, que suma 175.000 seguidores en TikTok y 168.000 en Instagram. Alejandra y Manuel, de nueve y cuatro años, aparecen habitualmente en sus publicaciones y ella confía en que esa experiencia les enseñe a hacer un «uso consciente y responsable». «Fue una decisión muy meditada que tomamos desde el profundo consenso como padres, y después junto con ellos, a medida que van adquiriendo la madurez suficiente», expresa.
En el equilibrio de todos estos factores, está el dilema de muchas familias, que mayoritariamente publican en redes sociales para mantener el contacto con familiares y amistades.
Es por eso que hablamos de falta de criterio y sosiego, ya que esto nos lleva a difundir vídeos y fotografías que en el mayor de los casos incluyen información privada; como dónde vivimos exactamente o a qué colegio van nuestros hijos. Si no medimos bien en qué canal y a qué público se dirige, podemos perder el control de ese contenido: no es lo mismo mandar una fotografía del bebé por WhatsApp a varios seres queridos que subirla para todos nuestros seguidores o contactos.
El sharenting es peligroso en algunos aspectos a futuro
«Quien esté viendo eso puede llegar a hacer comentarios desagradables e hirientes que pueden llegar a los niños», y a posibles situaciones de acoso.
En ocasiones extremas, puede suponer un riesgo para la seguridad de la familia.
Pero en el centro de esta temática está el respeto al desarrollo de la personalidad de los menores, que puede chocar con la identidad digital que otros le han creado. Así, por ejemplo, si el padre o la madre sube a Instagram una rabieta de su hijo u otra situación embarazosa o íntima; puede originar un conflicto cuando este llegue a la adolescencia y sea más consciente de su huella digital y el efecto en su entorno.
«Esto es una obviedad, pero los niños, en tanto que personas, tienen derecho a la propia imagen. Lo regula el artículo 18.1 de la Constitución y, aunque se entienda que su gestión está dentro de la patria potestad, el derecho es sólo propiedad de los niños”
Lo anterior nos hace enlazar con otra de las fricciones en el debate sobre la exposición de menores en redes sociales: el interés y, en consecuencia, el dinero que genera. «Cuando hay niños, hay likes», los contenidos con menores reciben un 41% más de ‘me gusta’ que en los que no aparecen.
”Pasa igual si pones una selfie o una foto de una mascota; simplemente son contenidos más llamativos, tienen más aceptación por parte de las comunidades».
Por ello, tenemos que hablar de que se está «mercantilizando la imagen de los niños» si hay acuerdos comerciales o actividad profesional de por medio.
El sharenting es una forma de capitalizar a nuestros hijos
«Están capitalizando el interés que generan en las comunidades, porque cuantos más likes y comentarios tengan, más atractivos van a ser para las marcas que quieren colocar ahí sus productos”.
Ahora bien, La industria publicitaria a lo largo de los años, cuando han intervenido niños en campañas o spots, ha estado super regulada”, y en las redes sociales solo existen vacíos legales.
Ahora bien, ¿Solo es publicidad una imagen con menores y productos pagados por una marca o también lo es toda una cuenta profesional «alimentada» por el interés que suscitan las niñas y los niños? menudo debate.
Pero el sharenting es una realidad muy extendida en el siglo XXI y, debemos poner límites, como por ejemplo: No compartir contenido embarazoso, ni información demasiado personal, ni demasiado frecuentemente y siempre con su permiso.
Si ampliamos un poco más la perspectiva, considero que es pronto para saber cómo moldear esta exposición, en menor o mayor grado, a los adultos del futuro. «No hay muestras suficientes y no podemos sacar conclusiones de experiencias concretas».
En cualquier caso, puedo lanzar esta recomendación: «Acostumbrarse a vivir siempre para publicar y que una parte de tu vida gire en torno a lo que los demás esperan de ti, no creo que sea una buena forma de crecer».